
...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.
San José. El santo del silencio y Patrono de la Iglesia universal.
General - Comunidades Eclesiales18/03/2021 Magis Comunicación
El escritor polaco Jan Dobraczynski,en su libro "La sombra del Padre", noveló la vida de san José, y es citado por el Papa Francisco en la Encíclica PATRIS CORDE. Con la imagen evocadora de la sombra define la figura de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos.
En la imagen de José encontramos los ejemplos de paternidad, que nos permiten reconocer su misión, pero también encontrar un modelo de humanidad que se encuentra lejos de los estrellatos pero necesarios en el proyecto de la construcción del reino, en los pequeños gestos.
“Todos pueden encontrar en San José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad”, escribió el Papa en la carta apostólica Patris corde.
En este año que el Papa Francisco declaró el Año de San José, con motivo de los 150 aniversario de la proclamación del santo, como Patrono de la Iglesia universal, por el Beato Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1870.
El Santo Padre señaló que la pandemia de coronavirus ha aumentado su deseo de reflexionar sobre San José, dado que muchas personas durante la pandemia han realizado esfuerzos ocultos para proteger a otros, al igual que San José protegió y cuidó en silencio a María y Jesús.
El Santo Padre indicó que desea resaltar el papel de San José como padre que sirvió a su familia con caridad y humildad, y agregó que “la Iglesia de hoy en día necesita padres”.
Compartimos la oración que acompaña a Francisco, en los últimos 40 años, según él lo manifiesta.
«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén».

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.