Jesús, fijando la mirada  en sus discípulos dijo: "Felices ustedes, los pobres".

Dios está con nosotros incondicionalmente; Él, en la medida que seamos pobres, está de nuestra parte.

General - Comunidades Eclesiales13/02/2022Mario Daniel FregenalMario Daniel Fregenal
Bienaventuranzas 4

El evangelio de este domingo comienza presentándonos un rasgo típico del Jesús de Lucas, "se retiró a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración con Dios". Ya de día eligió de sus discípulos a doce. Oración y decisión. ¡Que hermosa enseñanza para nuestra vida! Jesús, el Dios-con-nosotros, con quien venimos caminando, que sentía muy hondamente la vida divina quebrándose los odres viejos para desparramarse en vino abundante y nuevo ante cada necesidad y dolor, el ser humano más pleno, el bendecido de Dios, el Mesías, se retira a rezar. El Hijo trinitario, del Padre, plenamente hombre y plenamente Dios, necesita encontrarse  a solas con el Dios que lo habitaba. Iba a elegir a sus colaboradores más cercanos, no era un paso más, y por esa decisión ora. ¿Yo que lugar le doy a la oración?  ¡ Si Jesús mismo oraba, cuánto más yo! Lucas nos dice que Jesús paso toda la noche, no estamos hablando de rezar cada día oraciones, sino de dedicar tiempo de oración  profunda a nosotros y a Dios, a ese encuentro fecundo  en el que con Dios vemos por donde andar. Ante cada momento personal fuerte, ante los nuevos  desafíos, los pasos que debemos dar, los cambios en nuestra vida, esas situaciones  que nos agotan, que nos quitan fuerza; ante los triunfos de la semilla y los deseos de seguir intentando, en las cosas que nos salen bien , ¡que lugar damos a la oración?

Lo último, Jesús -decimos- experimentó de entrada el peor rechazo, el de los cercanos, de los que lo conocía de pequeño, bueno y comprometido; le fue mal, casi lo matan. ¡Cuánto de esa experiencia habrá mateado con el Padre en oración! ? ¡El dolor de experimentar rechazo y persecución  por intentar hacer el bien y contarnos las ganas infinitas de su Abbá bueno de reinar en  medio nuestro!  Lo imagino pidiéndole al Padre, desahogando el corazón. Con todo , las cosas no mejoraron  sino de lo contrario. Por un lado, los pobres lo seguían cada vez más, y por otro lado, las autoridades religiosas lo perseguían  llegando al punto de orquestarse en su contra. La oración no cambió la realidad pero lo sostuvo interiormente en su misión. El Padre acompañó cada día la entrega de su Hijo bueno. Eso es clave a la hora de hacer oración, no es para que me vaya mejor, sino para continuar con Dios en medio de las dificultades.

Continuando con Jesús, y su modo único de ser Hijo, que nos lo comparte, y a la luz de la primer a lectura: " maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, que no ve llegar la felicidad", contrapuesto al hombre  que confía en el Señor, no teme ni se inquieta por las adversidades, y da fruto; me gusta imaginarlo conocedor de los suyos, de sus discípulos.

Estuvo en casa de Pedro, los vio pescar a él y a sus compañeros,  los defendió ante los fariseos que les echaron en car violar el sábado, vio y llamó a Leví; Jesús tenía ya formada una idea de cada uno, pero necesita hacer parte a su Padre de sus decisiones. De allí vemos que los criterios del que confía en el hombre que no pone su apoyo en Dios, están  más del lado de los méritos y las capacidades; por buscar apoyo  en la carne; el hombre en su condición débil, pasará la vida intentando satisfacer esa debilidad, lograr el bienestar, una vida serena pero infeliz. Jesús, lleno de Dios, a quien  hace parte  de sus decisiones, utiliza otros criterios a la hora de elegir a los suyos, criterios que  poco tienen con méritos  o capacidades, ni siquiera  con la pureza, la perfección , la formación  o la altura  moral de los  que elige; Pedro se reconoció pecador, y lo llamó, el resto era gente sin instrucción ; Leví, un publicano, detestado por todos. Que nosotros también no sólo hagamos parte a Dios de sus decisiones sino  que además asumamos sus criterios. A estos discípulos, Jesús  les compartirá  la mejor noticia: Dios está con nosotros incondicionalmente; Él, en la medida que seamos pobres, está de nuestra parte; no de  lado de los que se preocupan por su propio bienestar  sin mirar a los demás, por eso hay que poner  la confianza en Él y no en lo humano sin Dios. Y aclaramos, humano sin Dios, porque no hubo  nadie  que  confió más en el  hombre que Jesús, quien necesita  llamar y confiar  en hombres para continuar  el anuncio del reino.  Si caminamos con Él , seremos felices y daremos fruto.

" Jesús, fijando la mirada  en sus discípulos dijo: "Felices ustedes, los pobres". Se plantea entonces una saludable disyuntiva  en nuestra vida, si damos lugar a Dios a través  de largos momentos de oración  y búsqueda, asumimos sus criterios y caminamos con los últimos, poniendo sólo en Él nuestra confianza; entonces seremos felices a pesar de la pobreza, las lágrimas, la no aceptación y el rechazo. Felices porque Dios camina con nosotros hacia la humanidad plena. Si por el contrario, buscamos el camino del hombre sin Dios, si no le damos lugar en nuestra  vida, sino que vivimos una existencia disociada  y elegimos según criterio netamente humanos, el resultado será una vida infeliz, desdichada, desértica y estéril, porque buscaremos a toda costa el bienestar, la riqueza, el reconocimiento de los demás parta satisfacer esa carne débil que necesita plenificarse. El evangelio de hoy lo plantea con las bienaventuranzas y los ayes. La disyuntiva es de vida o muerte, allí se juega mi vida feliz o mi amargura; pero también, la vida plena de las demás personas. Si elijo  el camino de las bienaventuranzas, dando  lugar a Dios en mi vida; Él mismo se encargará de ir plenificándome y ensanchándome el corazón  para que ame más y ponga mi confianza  en Él, el único que puede satisfacer  mi necesidad más honda. De lo contrario , si leijo  satisfacer mi carne  destinada a la plenitud, con pequeñeces, compensaciones, bienes materiales, el camino es la amargura, la vida triste, vacía y sin Dios." Ay" era la expresión  que se usaba en las oraciones con los difuntos. ¡Cuánto de lamento hay en el camino que no es el  de las bienaventuranzas, el de la vida compartida! Por eso, Lucas confrontará cada bienaventuranza a cada Ay. Existen  hermanos que mueren sin tener lo necesario, pobres, porque hay  otros a los que escandalosamente les sobre, ricos; y asía  con las tres siguientes.

Jesús, fijá cada día  tus ojos en nosotros y recordanos  que para ser felices debemos vivir para Dios y fundar nuestra esperanza en Él; compartiendo  lo nuestro con los que son despreciados, los  que lloran, tienen hambre y padecen  la pobreza injusta. ¡ Que fundemos nuestra vida en Él! Ayúdanos!

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