"Amar significa esto: servir y dar la vida.

Servir significa no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y  la carcoma de la autorreferencialidad, compartir los carismas y los dones que Dios nos ha dado".

General - Comunidades Eclesiales15/05/2022Magis ComunicaciónMagis Comunicación
Foucault

El Papa Francisco presidio la canonización de diez nuevos santos, en la Plaza de San Pedro, con una multitud que acompañó de gran manera; resaltó la figura de los canonizados, invitandonos a reflexioar y redescubrir nuestro lugar en el mundo y en la iglesia, y sobre todo, nuestra misión cristiana.

Ellos, nos dice Francisco: "se desgastaron por el Evangelio abrazando con  entusiasmo su vocación —de sacerdote, de consagrada, de laico—, descubrieron una alegría sin igual  y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia. Intentémoslo también nosotros,  porque todos estamos llamados a la santidad, a una santidad única e irrepetible. Sí, el Señor tiene un  proyecto de amor para cada uno, tiene un sueño para tu vida. Acógelo. Y llévalo adelante con alegría".

El tema de la santidad, que viene reiterando, nuestro Papa, para dejar de lado esa mirada "amoldada" y "petrificada", donde "hemos hecho de la santidad una meta inalcanzable, la hemos separado de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla, en la cotidianeidad, en el polvo del camino, en la vida concreta".

Y nos reiterará: "Una santidad  que también y sobre todo, se concreta en el servicio. Y es que antes de ofrecer el mandamiento nuevo, "Jesús les lavó los pies a sus discípulos; y después de haberlo pronunciado, se entregó en el madero de la cruz".  "Amar significa esto: servir y dar la vida. Servir significa no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y  la carcoma de la autorreferencialidad, compartir los carismas y los dones que Dios nos ha dado".  

 "Y, luego, dar la vida, que no es sólo ofrecer algo, como por ejemplo dar algunos bienes  propios a los demás, sino darse uno mismo. Es salir del egoísmo para hacer de la existencia un don,  estar atentos a las necesidades de quienes caminan a nuestro lado, gastarnos por quienes tienen  necesitad, tal vez también de ser escuchados, de nuestro tiempo, de una llamada".

«¿Eres consagrada o consagrado?  Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu  marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo  con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por  el bien común y renunciando a tus intereses personales»

 "Estamos llamados también nosotros a servir al Evangelio y a los hermanos y a ofrecer nuestra  propia vida desinteresadamente, sin buscar ninguna gloria mundana", finalizó el Papa Francisco.

 

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