Jesús presente en la Eucaristía, alimento para nuestra debilidad, fortaleza para la misión

Ayudanos, Jesús, a superar nuestro egoísmo, a alimentarnos de Vos para renovar nuestro entusiasmo de seguirte en la hermosa misión de ser vos para los demás, de hacernos pan, de dejarnos comer poniendo el cuerpo, involucrándonos.

General - Comunidades Eclesiales19/06/2022Mario Daniel FregenalMario Daniel Fregenal
Pan compartido

En la Solemnidad de Corpus Christi celebramos a Jesús presente en la Eucaristía, alimento para nuestra debilidad, fortaleza para la misión. Es la fiesta de cada uno de nosotros, discípulas y discípulos de Jesús, que intentamos pasar largo rato con Él, hacernos cargo del hambre de los demás y dejarnos comer, como Él.

Leímos en el evangelio, conocido como la multiplicación de los panes según san Lucas, que Jesús pasó todo el día enseñando y sanando, hasta el atardecer. “Al caer la tarde...”. “el día comenzó a declinar”, y con él las fuerzas. Jesús y su comunidad, están en un lugar desierto con gente necesitada y hambrienta. Hoy también hay oscuridades, hambre, pocas fuerzas y ganas de luchar, deseos de seguir a Jesús y escuchar su palabra, la única que sacia nuestras ansias de infinito. Que podamos ser esa Iglesia que continúa la misión del Señor, haciendo visible y cercano el reinado de Dios en nuestra historia; que anuncie la buena noticia de Jesús de un modo significativo, que haga pasar el tiempo volando.

Jesús, que cuando el día y las fuerzas declinen recurramos a vos; que cuando la oscuridad amenace, nos acerquemos a tu luz; que cuando el hambre nos aceche, encontremos en vos y en tu comunidad el alimento que sacia nuestra hambre más profunda y que nos invita a compartir, para combatir las necesidades materiales de tantos hermanos y hermanas. ¡Sólo con vos podemos, Jesús! ¡Sos tanto pan y tan poco te compartimos! 

Queremos ser esa Iglesia habitada por Vos, en la que toda noche se ilumina, toda hambre se alimenta y sacia, todo dolor se consuela, toda soledad se hace abrazo y amparo, toda multitud se hace persona y nombre propio, todo desierto se hace fiesta y reino.

“Los doce le dijeron: despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto”. Me gusta que son ellos los que toman la iniciativa, se interesan por la gente, piden a Jesús por ella, y en esto hasta podemos pensar que van aprendiendo de a poco sus modos, su compasión. Sin embargo Jesús los desafía a que pasen de la preocupación a la acción. ¡Qué hermosa enseñanza para nosotros, que también nos preocupan tantas cosas, tantas hambres; pero nos cuesta hacer algo!

¡Cuántas veces a los doce les habrá pasado lo mismo! Escuchando a Jesús el día se les pasó volando y hasta se olvidaron del hambre. Ellos mismos eran testigos que, compartiendo lo que había, y con Jesús en medio de ellos, alcanza y sobra. Todo pasa por cambiar la lógica, por comprometernos y hacernos cargo. Dejar de pensar en la “tentación” del pan para mí, y pasar a involucrarnos por el pan para todas y todos, del “Padre nuestro”. Cuando eso sucede, el milagro está asegurado. Testigos de ello son comedores, comidas a la canasta, misiones, centros barriales, noches de la caridad, cottolengos, colectas juveniles a través de las redes sociales, y tantas iniciativas donde nos animamos a compartir lo que somos y lo que tenemos. Debemos confiar en Jesús que acompaña siempre nuestra misión, pero también en el pueblo que, experimentando a Jesús en medio y su proyecto de vida compartida, ofrece generosamente lo que tiene.

Ayudanos Jesús a pasar de la preocupación, a la compasión que toma partido y se involucra.

“Denles de comer ustedes mismos... sobraron doce canastas”. Una vez que Jesús bendice los panes y los peces, “los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud”. ¿No es una hermosa imagen de Iglesia? ¿No refleja lo que hacemos cada uno desde nuestro lugar y todos como comunidad? Efectivamente los que dan de comer son los discípulos, pero lo hacen gracias a Jesús. Él sigue queriendo  alimentar a su pueblo a través nuestro, de su comunidad, de sus discípulas y discípulos. El toma en sus manos nuestras preocupaciones y las transforma en acción; nuestros intentos y los hace fuerza de cambio y transformación; nuestros escasos panes y peces en alimento y fiesta de miles. Estamos llamados a confiar en quien nos llamó y en su pueblo, para seguir saciando todo tipo de hambre; a caminar tras los pasos de quién llena todas nuestras ansias; a hacernos pan partido y dejarnos comer, como Él. Para eso debemos involucrarnos, ser misión, poner el cuerpo. 


En esta Solemnidad de Corpus, ayudanos, Jesús, a superar nuestro egoísmo, a alimentarnos de Vos para renovar nuestro entusiasmo de seguirte en la hermosa misión de ser vos para los demás, de hacernos pan, de dejarnos comer poniendo el cuerpo, involucrándonos.

Lecturas: /contenido/518/solemnidad-de-corpus-christi

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