¡A darlo todo, que la meta es el Reino de vida plena!

¡Dios nos quiere libres! ¡Buscando hacernos del tesoro a través del servicio y la entrega cotidiana! ¡Él es el tesoro!

General - Comunidades Eclesiales07/08/2022Mario Daniel FregenalMario Daniel Fregenal
Pequeñez

Jesús, al comienzo del evangelio nos dice: “No temas, pequeño rebaño porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino”. ¡Cuántas veces como iglesia nos asalta el pesimismo! Nos cuesta aceptarnos pequeños, minoría, que cada vez somos menos, que nuestra palabra no es tan aceptada, antes venía más gente, en el grupo nadie se suma. Tenemos el recuerdo y las fotos antiguas donde en apariencia éramos rebaño fuerte y numeroso. Hoy no somos visibles, no tenemos vocaciones, nuestros seminarios y edificios están muchas veces vacíos, a veces nos da vergüenza compartir la fe, no somos signo. Pero también podemos pensarnos, cada uno personalmente: un rebaño pequeño es frágil, débil, vive amenazado de todos los peligros, tiende a replegarse; y nosotros también nos sentimos pequeños, débiles, pecadores, que no damos todo lo que podemos, o no encontramos nuestro lugar, o sentimos que tenemos mucho para dar pero no lo hacemos por temor a que duelan nuestras heridas, o creemos erróneamente que somos muy poca cosa y nada nuestro sirve; o porque la comodidad nos tienta, porque lo nuevo causa perplejidad, porque ya lo intentamos y estamos a punto de bajar los brazos, porque la realidad no cambia. Nos da miedo mostrarnos frágiles, y todos lo somos. ¡El comienzo del evangelio es para nosotros! ¡Jesús nos alienta a no temer! Es verdad que somos pequeños y débiles, pero es el Padre Dios quien quiere compartirnos su sueño de vida más plena, es el Padre nuestro quien ha querido darnos el reino. Su deseo de reinar con nosotros es más fuerte. Por lo tanto, Dios no abandona nunca a su rebaño, y en Jesús, nos dice: ‘Amo tu pequeñez de barro frágil, me enternecen tus intentos y te tengo tatuado en mis manos: ¡No temas!’. Su don es recibido en nuestro compromiso, su manera irreversiblemente amorosa de darse nos hace ser don para los demás, comprometiéndonos con nuestra historia. ¡No temamos entonces! ¡A darlo todo que la meta es el Reino de vida plena y el más interesado es Dios que camina con nosotros! Digamos nuestro nombre y la frase de Jesús. Escuchemos el timbre tierno de su voz que nos dice: ‘(Mario), no temas, pequeño rebaño, el Padre te ama y quiere reinar con vos’. Así cada uno.

Hay que vencer una tentación, porque el no sabernos amados siendo tan pequeñitos, hace que busquemos suplir nuestra pequeñez con cosas, adquiriendo seguridades, relaciones, conquistas. Sin embargo, Jesús aconseja al pequeño rebaño: “Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo”. Vender todo lo que no nos ayuda a ser pequeño rebaño amado, despojarnos de todo lo que nos pesa y no nos ayuda a servir y amar. Muchas veces nos aferramos a seguridades que nos frenan, nos detienen, hacen que perdamos energía, no nos hacen caminar livianos. Jesús dice: “donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón”. ¿Qué cosas cuida mi corazón? ¿De qué cosas vivo pendiente? ¿Qué no me gustaría perder y me quita fuerzas y energías, que me alejan de la libertad dada por el Padre? Quizá sea una persona, un bien adquirido, un puesto, el afecto de alguien. Puede que mi tesoro sea la opinión buena del resto, y entonces mi corazón, mis energías, lo que más me inquieta, será no generar una opinión desfavorable, tratar de agradar a los demás. Pero puede también que mi tesoro sea material, un salón, un edificio, un espacio, que prefiero vacío a llenarlo de vida, aun de esa vida para la cual no fue pensado en su origen. Me acuerdo aquí de Francisco, al comienzo de su pontificado, buscando que los conventos vacíos sean casa para los refugiados. Tenemos que estar atentos. ¡Dios nos quiere libres! ¡Buscando hacernos del tesoro a través del servicio y la entrega cotidiana! ¡Él es el tesoro!

Pero esa libertad y el poder acumular un tesoro en el cielo tiene un estilo: “Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas”. Me gusta que Jesús habla siempre en plural, nos sabe pueblo. Nos quiere comunidad servidora y en marcha. En marcha, como pueblo peregrino, en busca de liberación; porque cualquiera de sus oyentes, al escucharlo, se transportaría inmediatamente a la experiencia liberadora del Éxodo, también de noche, con las vestiduras ceñidas y las luces encendidas. Pero además, esta marcha liberadora, paradójicamente, se hace a través del servicio y la entrega por un mundo más libre y solidario. Por eso Jesús agrega la imagen de los servidores esperando que llegue su Señor, y eso también exige tener nuestras lámparas encendidas y que nuestras vestiduras nos permitan servir, movernos, desplazarnos. ¡Será tanta la alegría del Señor cuando llegue, que en vez de irse a dormir y mandarnos a descansar, Él mismo nos hará sentar a la mesa y se pondrá a servirnos! Porque el servicio es felicidad, y bien lo sabemos. Además, ser comunidad nos ayuda a que, cuando a alguno de nosotros se nos olvide el rumbo, nos den ganas de posicionarnos por encima de los demás, o de aferrarnos a las conquistas y detener la marcha, haya otros y otras que nos recuerden: el rumbo de periferia, el estilo servidor y el movimiento en salida de la comunidad discipular, que avanza sin temor porque Jesús está con ella, poniendo el corazón en lo que vale, para ser libre de verdad.

Lecturas: /contenido/549/estemos-preparados

Te puede interesar
Lo más visto
Screenshot_20250417-122449_WhatsApp

Un amor político que misericordia la miseria

Pbro. Dr. Marcelo Trejo
Mundo - Vaticano20/04/2025

Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.

Screenshot_20250427-100651_Facebook

“Él era el Evangelio entero"

Magis Comunicación
27/04/2025

“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible",