
...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.
Seamos fieles en lo poco, enamorados de Jesús, buscando hacernos amigos de los más pobres a través del compartir.
General - Comunidades Eclesiales18/09/2022 Mario Daniel Fregenal
Mario Daniel Fregenal
El evangelio de este domingo presenta una de las parábolas más difíciles del Nuevo Testamento, interpretada de innumerables maneras. Y es que Jesús se pasa un poco de la raya, y alaba, en el amo de la narración, el comportamiento deshonesto del mayordomo. Siempre es bueno recordar que toda parábola busca herirnos, comprometernos, que tomemos partido, no dejarnos iguales; y siempre apuntan en una dirección, a una enseñanza precisa. Podríamos decir que la de este domingo es: usar el dinero para comportarse como amigos de los más pobres, los que no reciben de nadie trato amistoso alguno.
“Gánense amigos con el dinero injusto.. para que ellos los reciban en las moradas eternas”. En Lucas, el dinero acumulado, las riquezas, siempre tienen en su origen alguna injusticia. La intención de la parábola de Jesús, entonces, es que seamos creativos, astutos, sagaces para el evangelio, para que los bienes no nos alejen de los más pobres, sino que, compartidos, nos sirvan para que los más desheredados, tengan un trato digno, de amigos. Como creyentes que somos, damos gracias a Dios por todo lo que tenemos, salud, trabajo, bienes personales, familiares, etc. Entonces, movidos por esa misma fe, demos gracias al Padre, y compartamos esos bienes con los que no tienen o tuvieron las mismas oportunidades que nosotros, y que son nuestros hermanos.
Leía por ahí que San Jerónimo (s. IV-V), el patrono de los biblistas, tituló esta parábola: “El mayordomo difamado”. Es un punto de vista interesante. Resonando este título, una interpretación bastante original nos invita a pensar precisamente en Jesús; como que la parábola está hablando de Él, el judío cuyo comportamiento escandalizó a los más observantes, cercano a los publicanos y pecadores, que vivió gastando por los demás todos los bienes que el Padre puso en sus manos porque sabe que el tesoro es inagotable, perdonador de deudas y pecados; narrador de una buena noticia que alivianaba las pesadas cargas y culpas del pueblo pecador y deudor; que desde el inicio de su misión fue difamado de mil modos, pero que finalmente el Padre alabó y elevó por su comportamiento creativo, sagaz, urgente, entregado, comprometido con el dolor, y cercano y derrochón con los más heridos de la vida, sus amigos. Que en este mes de la Biblia, podamos enamorarnos más de Jesús, nuestro administrador, alivianador de deudas y derrochón de trato amistoso y vida digna.
“El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho”. ¡Qué hermosa enseñanza! ¡Cuánta sabiduría! La fidelidad se juega en lo pequeño, en lo escondido, en la semilla humilde. En mi caso, preparar la misa con el mismo amor para 4 personas o para un club lleno. Hoy en Mar del Plata se celebró la caravana de la primavera, que comenzó hace 62 años con una veintena de jóvenes. Nunca pensaron que esa pedaleada festiva se prolongaría en el tiempo y llegaría a reunir a miles de ‘caravanistas’. Todo pasa por hacer las cosas con la fidelidad que da el amor. Preparar el retiro, la clase, el encuentro, la comida, etc., con el mismo amor sea que vayan 3 personas o 60; atender, a pesar del cansancio, a todas las personas como si fuesen las primeras; levantar el papel del suelo, a pesar que en un rato vienen a limpiar; enjuagar la taza, gastar menos agua, separar los residuos, cuidando la casa común; ayudar a algún desconocido que necesita, dejarle preparada la cena al que llega, orar por el que me está costando amar. Ser fiel en lo pequeño y desapercibido, en los detalles, para ser discípulos de Jesús, quien a todas las personas trataba de una manera singular, aunque tenía su corazón siempre con los más humildes y pobres; el ser humano más detallista, fiel al Padre y a los pequeños y a lo pequeño, que esquivó el protagonismo de Jerusalén para adentrarse en los caminos periféricos, esquivados y escondidos, de Galilea.
Seamos fieles en lo poco, enamorados de Jesús, buscando hacernos amigos de los más pobres a través del compartir.
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...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.