
Estamos llamados a actualizar hoy el eterno diálogo de Dios con el ser humano.
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
Seamos fieles en lo poco, enamorados de Jesús, buscando hacernos amigos de los más pobres a través del compartir.
General - Comunidades Eclesiales18/09/2022El evangelio de este domingo presenta una de las parábolas más difíciles del Nuevo Testamento, interpretada de innumerables maneras. Y es que Jesús se pasa un poco de la raya, y alaba, en el amo de la narración, el comportamiento deshonesto del mayordomo. Siempre es bueno recordar que toda parábola busca herirnos, comprometernos, que tomemos partido, no dejarnos iguales; y siempre apuntan en una dirección, a una enseñanza precisa. Podríamos decir que la de este domingo es: usar el dinero para comportarse como amigos de los más pobres, los que no reciben de nadie trato amistoso alguno.
“Gánense amigos con el dinero injusto.. para que ellos los reciban en las moradas eternas”. En Lucas, el dinero acumulado, las riquezas, siempre tienen en su origen alguna injusticia. La intención de la parábola de Jesús, entonces, es que seamos creativos, astutos, sagaces para el evangelio, para que los bienes no nos alejen de los más pobres, sino que, compartidos, nos sirvan para que los más desheredados, tengan un trato digno, de amigos. Como creyentes que somos, damos gracias a Dios por todo lo que tenemos, salud, trabajo, bienes personales, familiares, etc. Entonces, movidos por esa misma fe, demos gracias al Padre, y compartamos esos bienes con los que no tienen o tuvieron las mismas oportunidades que nosotros, y que son nuestros hermanos.
Leía por ahí que San Jerónimo (s. IV-V), el patrono de los biblistas, tituló esta parábola: “El mayordomo difamado”. Es un punto de vista interesante. Resonando este título, una interpretación bastante original nos invita a pensar precisamente en Jesús; como que la parábola está hablando de Él, el judío cuyo comportamiento escandalizó a los más observantes, cercano a los publicanos y pecadores, que vivió gastando por los demás todos los bienes que el Padre puso en sus manos porque sabe que el tesoro es inagotable, perdonador de deudas y pecados; narrador de una buena noticia que alivianaba las pesadas cargas y culpas del pueblo pecador y deudor; que desde el inicio de su misión fue difamado de mil modos, pero que finalmente el Padre alabó y elevó por su comportamiento creativo, sagaz, urgente, entregado, comprometido con el dolor, y cercano y derrochón con los más heridos de la vida, sus amigos. Que en este mes de la Biblia, podamos enamorarnos más de Jesús, nuestro administrador, alivianador de deudas y derrochón de trato amistoso y vida digna.
“El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho”. ¡Qué hermosa enseñanza! ¡Cuánta sabiduría! La fidelidad se juega en lo pequeño, en lo escondido, en la semilla humilde. En mi caso, preparar la misa con el mismo amor para 4 personas o para un club lleno. Hoy en Mar del Plata se celebró la caravana de la primavera, que comenzó hace 62 años con una veintena de jóvenes. Nunca pensaron que esa pedaleada festiva se prolongaría en el tiempo y llegaría a reunir a miles de ‘caravanistas’. Todo pasa por hacer las cosas con la fidelidad que da el amor. Preparar el retiro, la clase, el encuentro, la comida, etc., con el mismo amor sea que vayan 3 personas o 60; atender, a pesar del cansancio, a todas las personas como si fuesen las primeras; levantar el papel del suelo, a pesar que en un rato vienen a limpiar; enjuagar la taza, gastar menos agua, separar los residuos, cuidando la casa común; ayudar a algún desconocido que necesita, dejarle preparada la cena al que llega, orar por el que me está costando amar. Ser fiel en lo pequeño y desapercibido, en los detalles, para ser discípulos de Jesús, quien a todas las personas trataba de una manera singular, aunque tenía su corazón siempre con los más humildes y pobres; el ser humano más detallista, fiel al Padre y a los pequeños y a lo pequeño, que esquivó el protagonismo de Jerusalén para adentrarse en los caminos periféricos, esquivados y escondidos, de Galilea.
Seamos fieles en lo poco, enamorados de Jesús, buscando hacernos amigos de los más pobres a través del compartir.
Lecturas: /contenido/573/el-que-es-fiel-en-lo-poco-tambien-en-lo-mucho-es-fiel
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado.
Dejemos que Jesús camine esta semana santa junto a nosotros, hagamos que nuestra Jerusalén se transforme en espacio de Salvació.
Para adorar el misterio de un «Dios crucificado» no basta celebrar la Semana Santa; es necesario además acercarnos más a los crucificados, semana tras semana.
¿Quién nos enseñará a mirar hoy a la mujer con los ojos de Jesús?, ¿quién introducirá en la Iglesia y en la sociedad la verdad, la justicia y la defensa de la mujer al estilo de Jesús?
Hoy a quienes viven lejos de él y comienzan a verse como «perdidos» en medio de la vida.
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado.
Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana".
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible",