
La vida nueva en el Espíritu no significa únicamente vida interior de piedad y oración.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
"Dios nos pide que vayamos hasta el fondo en la lucha contra la mundanidad espiritual", dice, el Papa Francisco, recordando a Henri de Lubac, que advertía de los peligros de esta "forma de vida que reduce la espiritualidad a apariencia".
General - Comunidades Eclesiales13/08/2023Los tiempos iniciales de este tercer milenio, acelerados, novedosos, nos pone en actitudes personales y comunitarias, muchas de ellas, como respuestas impensadas, que puede mostranos como conservadores o vanguandistas. Hacemos lo que hacen muchos, la novedad viene de afuera, "el evangelio" no nos dice nada.
El Papa Francisco, que es el obispo de Roma, el 7 de agosto pasado, se dirigió a los sacerdotes de su diócesis, brindando unas apreciaciones sobre la acción pastoral llevada a cabo, agradeciendo su misión evangelizadora, "estoy cerca de ustedes en sus alegrías y sufrimientos, gracias por su servicio a menudo no reconocido", les manifestaba.
En tal circcunstancia, aprovechó Francisco la epistola para advertir sobre la mundanidad espiritual: "Se esconde detrás de apariencias de religiosidad y de amor a la Iglesia, pero en realidad consiste en buscar, en lugar de la gloria de Dios, la gloria humana y el bienestar personal".
Los intenciones de una pastoral aggiornada, debe agradecerse, pero, si debe advertirse que las "tentaciones" de la "mundanidad espiritual" y el "clericalismo", corren el riesgo de desviar el ministerio hacia formas de cerrazón, elitismo, posesividad, arrogancia. De ahí la invitación a trabajar codo con codo con "hermanos" y "hermanas" laicos para iniciar "formas y caminos sinodales" y para ser "servidores" y no "patrones", para "lavar los pies de nuestros hermanos y no aplastarlos bajo nuestros pies".
En su mirada de Padre y Pastor, Francisco, señala el desencanto de los sacerdotes con su vocación y su ministerio. Un ministerio que conlleva una "carga de alegrías y fatigas, de esperanzas y desilusiones", y que a menudo se desarrolla en medio de "muchas fatigas" e "incomprensiones". Agradece, el Papa, a su presbiterio: gracias por tanto bien escondido que hacen"; "gracias" por un trabajo que a veces no tiene "reconocimiento".
José Antonio Pagola, señalaba en su reflexión sobre la parábola del sembrador, dice "Jesús nos llama a ser sembradores no cosechadores", no se busca el éxito o los frutos de la siembra. Esto mismo, Francisco les señala, en otras palabras: nuestro ministerio sacerdotal no se mide por los éxitos pastorales, el Señor mismo ha tenido cada vez menos con el paso del tiempo.
A continuación, Francisco estigmatiza los que, según él, son los peores males para el ministerio sacerdotal: la mundanidad espiritual y el clericalismo. La mundanidad espiritual nos lleva a ser "mercaderes del espíritu", hombres revestidos de formas sagradas que en realidad siguen pensando y actuando según las modas del mundo.
Aquí, podemos ver lo que llamo la "Pastoral de la Selfie", que con palabras de nuestro Papa, quien tiene una percepción única para señalar y advertir: "Esto sucede cuando nos dejamos cautivar por las seducciones de lo efímero, por la mediocridad y la costumbre, por las tentaciones del poder y de la influencia social. Y, también, por la vanagloria y el narcisismo, por la intransigencia doctrinal y el esteticismo litúrgico, formas y modos en los que la mundanidad se esconde tras apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, pero en realidad consiste en buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal", escribe Francisco.
La mundanidad espiritual es una tentación "gentil" y por ello "aún más insidiosa", "se insinúa de hecho sabiendo esconderse bien detrás de las buenas apariencias, incluso dentro de motivaciones 'religiosas'". "Los demonios educados", "llaman a la puerta de manera educada", nos advierte el Papa Francisco, y pueden confundirnos, ¡necesitamos discernir en oración fluida con el Señor!.
Si bien la carta del Obispo de Roma, es dirigida a su presbiterio, pero, nos permite ahondar en la reflexión y permitirnos revisar nuestros acciones pastorales, ya seamos sacerdores y/o laicos. Francisco señala: "cuando entra en el corazón de los pastores, esta mundanidad "asume una forma específica, la del clericalismo". "Me preocupa cuando recaemos en las formas del clericalismo; cuando, quizá sin darnos cuenta, dejamos ver que somos superiores, privilegiados, colocados "en lo alto" y, por tanto, separados del resto del pueblo santo de Dios".
El llamado es para la iglesia toda, "Permanezcamos, pues, vigilantes contra el clericalismo". El clericalismo "puede afectar a todos, también a los laicos y a los demás agentes pastorales: se puede, en efecto, asumir 'un espíritu clerical' en el desempeño de los ministerios y de los carismas, viviendo la propia llamada de manera elitista, encerrándose en el propio grupo y levantando muros hacia el exterior, desarrollando vínculos posesivos hacia los roles en la comunidad, cultivando actitudes arrogantes y jactanciosas hacia los demás".
Los "síntomas" son entonces evidentes: "lamentación", "negatividad", "insatisfacción crónica por lo que está mal", "ironía que se convierte en cinismo". "De este modo, escribe el Papa, uno queda absorbido por el clima de crítica y de ira que se respira alrededor, en lugar de ser aquellos que, con sencillez y mansedumbre evangélicas, con amabilidad y respeto, ayudan a sus hermanos a salir de las arenas movedizas de la intolerancia".
En una reflexión sobre la oración de petición, Pagola, nos compartió ciertas afirmaciones que nos permiten ahondar y reflexionar: "No se trata de utilizar a Dios para conseguir nuestros objetivos, sino de buscar y pedir la cercanía de Dios": "A Dios se le puede invocar desde cualquier situación. Desde la felicidad y desde la adversidad; desde el bienestar y desde el sufrimiento". "El creyente puede experimentar de muchas maneras la cercanía de Dios, independientemente de cómo se resuelva nuestro problema. Recordemos la sabia advertencia de san Agustín: «Dios escucha tu llamada si le buscas a él. No te escucha si, a través de él, buscas otra cosa»"
Tantas "fragilidades", tantas "insuficiencias", pero "¡no nos desanimemos!", es el aliento del Papa. Arremanguémonos y doblemos las rodillas: oremos al Espíritu los unos por los otros, pidámosle que nos ayude a no caer, en la vida personal como en la acción pastoral, en esa apariencia religiosa ( pastoral de la selfie) llena de muchas cosas, pero vacía de Dios, tengamos una mirada crítica de "las selfies" que deja muchas veces afuera a Dios.
Nuestra servicio pastoral es superior a la del funcionario de lo sagrado, la ministerialidad debe mostrar nuestro apasionamiento, ¡seamos apasionados del Evangelio!, ¡servidores del pueblo de Dios!.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y transformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro propios.
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Sólo un amor comprometido como fuerza lógica y mancomunada puede contrarrestar la sin-razón de un proyecto odio-violencia.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.