
La vida nueva en el Espíritu no significa únicamente vida interior de piedad y oración.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
La Canonización de Mama Antula fue una fiesta terrenal y celestial.
General - Comunidades Eclesiales16/03/2024 Rubén Oscar ValdezEl pueblo creyente denominó Mama Antula a María Antonia de San José (María Antonia de Paz y Figueroa), reconociendo en ella, el rostro maternal de Dios, que es Padre y Madre en nuestras vidas. Mama Antula reflejó en su vida un testimonio vivo de ser una mujer de fe, que sigue a Jesús, ofreciéndose a favor de los más necesitados, dando vida plena, mostrando su maternidad generosa.
En el beaterio, sus compañeras la llamaban “madre”, y se reconocían como sus hijas; en su modo de liderarlas, y por sus modos maternales, para generar “una casa”, un hogar, que luego recibirá el nombre de “santa casa” y que cobijará a cientos de mujeres, un espacio único en el siglo XVIII, para todas, sin distinciones sociales y culturales.
En su lecho de muerte, entregándose en los brazos de su amado Dios, pidió se redacte su testamento, en el cual pide: “declaro que el gobierno económico se ha de hacer cargo precisamente una mujer”…(Doña Margarita Melgarejo)…su principal objeto se dirigirá a la vigilancia exacta de los Santos Ejercicios en lo económico, el interés espiritual y temporal de las demás mujeres que estén a su cargo, a cuyo fin, y con respecto a la necesidad del servicio, he fabricado con distinción de habitaciones separadas de lo principal que ha de servir para los ejercicios”...
Su obra edilicia tenía un fin, brindar los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, la comunidad conformada de mujeres (beaterio) tenía un carisma, sostenido éste, en memoria de su fundadora, María Antonia de San José, Mama Antula, donde la vocación y misión de todas las mujeres, que la seguían, encontraban un modo de vida, siendo testigos del amor experimentado, en el Dios misericordioso, que se hizo hombre para enaltecernos, y participar en la construcción del Reino Divino.
En el año 1878, por sugerencia o imposición, de la jerarquía eclesial, del arzobispo de Buenos Aires, Mons. León Federico Aneiros, las beatas se convertirían en una comunidad religiosa, la Sociedad Hijas del Divino Salvador. En el gobierno eclesial de Mons. Santiago Luís Copello, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, fue designado por la Santa Sede Cardenal Protector de la congregación.
La Sociedad Hijas del Divino Salvador (HDS), reconoce a María Antonia de San José, Mama Antula, como su madre fundadora, y ellas, como sus hijas, que continúan su obra, viviendo su carisma. María Antonia de San José, Mama Antula, creemos que poseyó un carisma peculiar de impulsar a la conversión a las personas de su época, especialmente por la práctica de los Ejercicios Espirituales, con especiales características de audacia, tenacidad, organización efectiva de los mismos, especialmente para los más alejados de una vida cristiana consecuente con su fe.
La pujanza heredada, posibilitó que las Hijas del Divino Salvador, desarrollaran sus tareas apostólicas en varias provincias argentinas y en el país vecino de Uruguay, fundando colegios: San Cayetano, San Mauricio, Instituto María Inmaculada, Cardenal Copello (Buenos Aires), Sor María Antonia de Paz y Figueroa, Catalina C. de Visca (Córdoba), Colegio San José (Uruguay), y, sosteniendo la gran obra de Mama Antula, las casas de Ejercicios Espirituales: María Madre de la Iglesia ( Córdoba), Casa Belén ( Buenos Aires) y la Santa Casa en la ciudad de Buenos Aires.
La vida y la obra de María Antonia de San José, María Antonia de Paz y Figueroa, la sostuvieron estas mujeres valientes, sus hijas, las Hijas del Divino Salvador. Desde la muerte de Mama Antula, en 1799, desde el inicio del proceso canónico pidiendo que se le reconozca la santidad a esta mujer laica, en 1905, la renovación y el nuevo impulso de fines del siglo pasado, y la conclusión que celebramos como pueblo argentino, se lo debemos a la congregación Sociedad Hijas del Divino Salvador.
En Santiago del Estero, tierra natal de Mama Antula, quien la reconoce como santa, porque las misiones anuales, de las Hijas del Divino Salvador, e incentivadas por distintas comunidades educativas, de sus colegios y sus escuelas, trajeron a la memoria, a la hija sobresaliente de la Ciudad Madre de Ciudades, Santiago del Estero, reconocida en otros pagos como una extraordinaria mujer, que vivió para los demás, siendo fiel a su bautismo.
El 11 de febrero de 2024, se canonizó a María Antonia de San José, nuestra querida Mama Antula, fue una fiesta terrenal y celestial, seguramente, en el cielo, Dios Padre, que es omnipotente y misericordioso, junto a la santa argentina, habrán hecho partícipes a la Sociedad Hijas del Divino Salvador, agradeciéndoles su labor en sostener la obra divina iniciada en la persona de la santiagueña ejemplar.
Una fiesta que excluye no puede ser una fiesta eclesial, donde el espíritu sinodal está ausente. Una celebración con divisiones es escándalo, “Es imposible que no haya escándalos y caídas, pero ¡pobre del que hace caer a los demás!' Mejor sería que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, antes que hacer caer a uno de estos pequeños. Cuídense ustedes mismos” (Lc 17,1-3).
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y transformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro propios.
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Sólo un amor comprometido como fuerza lógica y mancomunada puede contrarrestar la sin-razón de un proyecto odio-violencia.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.