
A 157 años del encuentro de los restos de la Santa Mama Antula.

A 157 años del encuentro de los restos de la Santa Mama Antula.

Para hacer accesibles las enseñanzas de Mama Antula a una audiencia amplia, sirviendo como puente entre su espíritu ferviente y el corazón del pueblo sencillo y creyente de hoy.

No se puede insinuar que ella miente o que desconocía lo que afirmaba.

Un reconocimiento a la Santa Mama Antula, hija predilecta de la Madre de Ciudades, Santiago del Estero, en el antiguo Barrio de Las Catalinas.

La Canonización de Mama Antula fue una fiesta terrenal y celestial.

“Deseo una licencia para que nadie me ciña, sujete, ni detenga, a un lugar determinado” (María Antonia de San José)

La Iglesia y Francisco, nos proponen a Mama Antula, como un modelo de laico, apóstol en el mundo, en diálogo con todos y todas, proponiendo ejercitar nuestro espíritu (EE), posibilitando el encuentro con Dios, y así, constituirnos en hombres y mujeres, contemplativos en la acción

Para los creyentes cristianos, y, que son parte de la comunidad católica, reconocer a Mama Antula como Santa, es reconocer la posibilidad de santidad del laicado.

Ciclo de conversatorios en torno a la figura de Mama Antula, vía ZOOM

En el marco del Primer Encuentro Nacional de Propagadores de la vida y obra de Mama Antula

Organizado por la Fundación Mama Antula, quién se dedica a difundir la vida y la obra de esta sobresaliente mujer del Siglo XVIII.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.