
La vida nueva en el Espíritu no significa únicamente vida interior de piedad y oración.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
La Iglesia y Francisco, nos proponen a Mama Antula, como un modelo de laico, apóstol en el mundo, en diálogo con todos y todas, proponiendo ejercitar nuestro espíritu (EE), posibilitando el encuentro con Dios, y así, constituirnos en hombres y mujeres, contemplativos en la acción
General - Comunidades Eclesiales28/10/2023 Fundación Mama AntulaEl Papa pidió se redacte un decreto dentro del proceso de canonización de Mama Antula; ahora falta el decreto y la celebración, donde se lo leerá la declaración de Mama Antula como Santa. La anticipación del contenido, llevaron a las afirmaciones más sorprendentes y las manifestaciones del “clericalismo” en poses que señalan “una praxis” de la pastoral de la selfie y la mundanidad espiritual donde la acomodación de la mitra y el cleriman, señalan la distancia entre el entendimiento ególatra, y la interpretación de los signos de los tiempos.
Francisco, nuestro Papa, nos señala que la iglesia como la conocimos ya fue, una iglesia “intra-muro”, como grandes museos que resguardan memorias sin vida, sin apertura a la recepción de los “cansados y agobiados”, es por ello, la manifestación de sus deseos, “una iglesia que se asemeje a un hospital de campaña”. Querer llenar los templos, amontonar personas, organizar peregrinaciones, no supone constituir comunidad ni aunar la “asamblea – eclesia”.
La sinodalidad, el caminar juntos, supone que la labor conjunta, una pastoral de conjunto entre el clero, los consagrados y el laicado. Claro está que, al laicado debe verse como un “sujeto eclesial”, no como el brazo ejecutor de los sacerdotes ni “como furgón de cola” de cabecillas que no conducen. Esta propuesta de praxis eclesial del Papa Francisco, supone un nuevo ejercicio de mirarnos, hermanados, donde la misericordia experimentada en Cristo Jesús, nos haga sentirnos amados, para abrazar a la humanidad toda en un mundo del descarte.
“Es tiempo de los laicos”, se dijo, y el Papa Francisco (bromeando) señalaba que “parece que el reloj no funciona” (Freud señalará una interpretación cierta), así también, no escatima señalamientos de los gestos del “clericalismo” que considera el daño mayúsculo a la iglesia actual, imposibilitando a la comunidad de fe, para que se renueve y se abra al mundo, esté en el mundo, y en él realice su apostolado laical, como Mama Antula, siendo iglesia y testigo de Jesús. El laico es un cristiano en el mundo, y así también, es un hombre de mundo en la iglesia. Su vocación y misión está el mundo y en él debe santificarse.
Francisco es un hombre de Dios, habla de Dios y tiene gestos divinos. Ama a la iglesia, con sus luces y sombras, santa y pecadora. Los signos de los tiempos nos señalan que la Iglesia y Francisco, nos proponen a Mama Antula, como un modelo de laico, apóstol en el mundo, en diálogo con todos y todas, proponiendo ejercitar nuestro espíritu (EE), posibilitando el encuentro con Dios, y así, constituirnos en hombres y mujeres, contemplativos en la acción, que viven desde la fe toda su vida en el mundo.
Si nos acomodamos para la selfie, sólo seremos parte de lo efímero, y no del cambio y la revolución eclesial que Francisco nos propone en la figura de Mama Antula.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y transformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro propios.
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Sólo un amor comprometido como fuerza lógica y mancomunada puede contrarrestar la sin-razón de un proyecto odio-violencia.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.