
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible",
27/04/2025Unas palabras pertinentes de parte de Ángel Rossi, cardenal, arzobispo de Córdoba, un amigo personal de Francisco, ambos miembros de la Compañía de Jesús, en circunstancias de la Pascua del Papa Francisco.
Haciendo memoria del Santo Padre, afirmó: «Habló a los pobres con el corazón en la mano, puso a los descartados en el centro, lloró con los que sufren, caminó con los últimos. Nos enseñó, con su vida, que el Evangelio se escribe con las heridas del mundo».
También recordó al Sumo Pontífice como «un firme defensor de la justicia social, denunciando las estructuras económicas que generan desigualdades y afirmando con claridad que los derechos humanos se vulneran también cuando se perpetúan condiciones de pobreza y exclusión».
Con una relación cercana al Papa, Mons. Rossi destacó su coherencia entre el decir y el hacer, y su sensibilidad hacia el sufrimiento humano. “Lo que decía lo hacía o lo intentaba hacer, tenía una delicadeza por la fragilidad humana que yo pocas veces he visto”, recordó. Uno de los anhelos de Francisco, y no logró ver concretado fue la paz mundial. “Ese tema lo tenía mal, lo sufría… no era un problema político ni de plata… le faltó ver ese gesto más concreto del mundo que era la paz”, lamentó.
“Francisco era un hombre distinto”, expresó Rossi, conmovido por la pérdida. Según explicó, el Sumo Pontífice fue un líder “sin líneas”, que se guiaba por la intuición y vivió su pontificado a través de los gestos concretos. “Él era el Evangelio entero, marcó un pontificado de los gestos y lo terminó como lo arrancó: en la plaza”, valoró el arzobispo.
Así también, en una celebración religiosa rogando su eterno descanso, con la presencia de las autoridades de la provincia de Córdoba, se refirió con palabras precisas sobre la inmensa labor pastoral de Francisco, como obispo de Roma.
“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible, que el sistema económico basado en la idolatría del dinero enriquece a unos pocos y convierte a la gran mayoría en masa sobrante”.
Afirmó el cardenal Rossi, “Francisco nos previno de la auto-referencialidad, una Iglesia que se mira el ombligo: ‘Prefiero una iglesia herida por salir que enferma por cuidarse’, decía. Fue audaz, no se echó nunca atrás, por más que intentaron voltearlo con calumnias y con ataques. Y a los hombres de gobierno les recordó que su misión es cuidar la fragilidad del pueblo”.
Finalmente, a medios que le consultaron sobre un futuro Papa, Mons. Rossi señaló que más que nombres, lo importante es el perfil que asuma el nuevo Papa. En ese sentido, deseó que haya una continuidad con el legado de Francisco, aunque reconoció que cada líder debe aportar lo propio: “El próximo Papa no tiene por qué ser igual, es bueno que tenga sus propias novedades”.
Sin embargo, remarcó que sería deseable mantener una línea que priorice a los más vulnerables. “Lo mejor sería que haya una continuidad sobre una Iglesia que cuida a los más débiles y que reclama una repartija más justa de los fuertes hacia los pequeños”, concluyó.
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado.
Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana".
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible",