
Se compadece de todos los que no saben o no pueden vivir de manera digna.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

No es posible un mundo más fraterno si los ricos no cambian de actitud y aceptan reducir sus bienes en beneficio de los empobrecidos por el actual sistema económico.

El pueblo argentino vivió una nueva jornada democrática en la que se eligieron diputados y senadores de distintas fuerzas políticas, y los obispos dieron un mensaje a la sociedad.

Se compadece de todos los que no saben o no pueden vivir de manera digna.