
...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.
La fe, cuyo centro es la Pascua, es la que nos hace reconocer la acción sorprendente de Dios en nuestras historias.
General - Comunidades Eclesiales04/04/2021 Mario Daniel Fregenal
Ver, decir, escuchar.
En esta noche de Pascua, la más santa de todas las noches, me detenía en dos verbos que aparecen hoy con fuerza, y uno más que está escondido pero también es de suma importancia.
“Y decían entre ellas”. Hablaban de la dificultad que iban a encontrar, se lamentaban de la imposibilidad de poder correr la piedra por sus propias fuerzas. Hasta podríamos suspirar con ellas ‘ah, si estuviera Jesús él vería cómo entre todos poder’. Pero mientras hablan de esto “vieron que la piedra había sido corrida”. Sus diálogos y los nuestros, muchas veces tambén pesimistas o quejosos, son sorprendidos por la acción de Dios y por su Palabra.
“Ven” alguien de parte de Dios y escuchan lo que él les “dijo”: “no está aquí. Miren”.
Nuestros diálogos y búsquedas se deben abrir al Dios que quiere dialogar con nosotros.
La fe, cuyo centro es la Pascua, es la que nos hace reconocer la acción sorprendente de Dios en nuestras historias, y a sus enviados y enviadas que nos anuncian de mil modos el triunfo de la vida. El personaje del evangelio invita a “mirar”, a detenerse en el espacio vacío para reconocer allí, en esa aparente ausencia, la presencia resucitada del Señor. Dios interviene corriendo todas las piedras por las que nos lamentamos y resucitando toda muerte.
Pero este Dios que interviene en nuestra historia, siempre nos invita al anuncio, a la misión de ser felices compartiendo lo que él hace en nuestras vidas, “Vayan a decir”.
En esta Pascual que juntos estamos celebrando, que podamos reconocer a Jesús
Reconocemos a Jesús presente en su Palabra, lo que él dijo. En cada envío a contar lo que él dijo. Él está presente en Galilea.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.