
Conjugar: servicio y retiro, misión y oración, acción y enseñanza.
Nuestra misión es dar fruto, pero ese fruto no se logra sino permaneciendo en Él, estando con él, en su amor.
Nuestra misión es dar fruto, pero ese fruto no se logra sino permaneciendo en Él, estando con él, en su amor.
Porque siempre aparecerán en la misión los vendavales de las fuerzas enemigas que se oponen a la buena noticia de Jesús (“silencio, cierra la boca”, dice Él). A todas y a todos esta pandemia nos está haciendo remar más de lo impensado.
Jesús sigue asistiendo a su Iglesia, a cada una de sus discípulas y discípulos, asistiéndolos con el Espíritu para continuar su misión.
¡Es increíble! Las ovejas -¡vos y yo!-, nosotros, valemos la iniciativa amorosa del Padre, de enviarnos a Jesús, nuestro buen Pastor, quien llega al cúlmen del amor entregando su vida por nosotros.
La fe, cuyo centro es la Pascua, es la que nos hace reconocer la acción sorprendente de Dios en nuestras historias.
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado.
Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana".
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
“El pontificado de Francisco, señaló su eminencia Cardenal Rossi, fue un pontificado gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible",