El Señor, ama venir a nuestra realidad; yo, me preparo al encuentro definitivo

Dispongamos el corazón para el encuentro, para ser más fiel discípulo, para revestirlo de Jesús.

General - Comunidades Eclesiales27/11/2022Mario Daniel FregenalMario Daniel Fregenal
Venid a mi corazón

Comenzamos el tiempo de Adviento, tiempo de espera al que viene, e iniciamos un nuevo ciclo de lecturas de la mano de San Mateo, quien nos acompañará cada fin de semana, del mismo modo que Lucas lo hizo hasta el domingo pasado. Se me ocurren dos espacios para preparar y una certeza que nos sostiene.

“Lo cotidiano se vuelve mágico”, canta Peteco Carabajal a las manos de su mamá, amasadoras de pan y de vida. Pensaba precisamente que lo cotidiano es ese lugar decisivo en el que tengo que estar atento, preparado, vigilante. “la gente comía, bebía y se casaba...”. Lo que le sucedió a la gente del tiempo de Noé es que vivía descuidadamente, sin estar preparados, ‘en otra’. Jesús nos alerta a estar prevenidos, preparados, atentos a su venida; ya que ésta, al igual que el diluvio, llega para todos, nadie se la va a perder; lo que es diferente es cómo está cada uno en ese momento. ¡Qué nada nos aparte del plan de Dios para la propia vida! Y aquí, lo cotidiano esconde en sí mismo oportunidad y trampa. Oportunidad, porque es el espacio sagrado en el que tengo todo a mi alcance para poder ser lo que Dios sueña de mí, desplegar todo lo que soy, y así esperar a Jesús que viene; trampa, porque la misma cotidianidad, si no tengo la mirada en lo eterno y en su hondura, me puede llevar a un comportamiento autómata, rutinario, gris, en el que un día sigue al otro sin más, en el que andamos ciegos de esperanza, postergando entrega, servicio y palabras decisivas y sanadoras, mudos del ‘te quiero’, del ‘perdoname’ y del ‘gracias’; sin escuchar la voz dulce del que me dice “yo estoy contigo todos los días”, “no temas”. Reparemos en nuestra cotidianidad, en lo que hago todos los días, en las personas con las que vivo, en nuestros diálogos, si los hay y sino en el poder generarlos; el trabajo, los lugares que frecuento, las fiestas en las que participo. Allí me encuentra cotidianamente el Señor, a esa realidad ama venir; y de ese modo me preparo también al encuentro definitivo. ¡No nos durmamos!

El otro espacio, decisivo, crucial, que debo preparar es hacia adentro, en el corazón. Qué bueno que en este tiempo de Adviento podamos disponer algún lugarcito para la espera, sea donde irá el pesebre, o el altarcito, o crear un lugar nuevo, incluso en el escritorio o cerquita de la puerta; pero sobre todo ¡Qué bueno que podamos encontrar un espacio de interioridad! Rezando a la mañana, antes de acostarme, 3 minutos de silencio, de ponerme en sus manos cada día en el horario que más me convenga (y le convenga). Algo distinto que me ayude a preparar el corazón, en este tiempo en el que estamos cerrando etapas, en medio del mundial, casi llegando a fin de año. Hasta existen apps que nos pueden ayudar, hace poco descubrí ‘Rezando voy’, y me parece excelente para esto que estamos compartiendo; pero también nos podemos servir de retiros por youtube, posteos de instagram, lecturas, el evangelio de cada día, algo. ¡No perdamos más tiempo! ¡Hagámoslo!

Dice el evangelio: “de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada”. Están haciendo lo mismo, quehaceres cotidianos, trabajando en lo que tienen que hacer. ¿Cuál es la diferencia? Podemos pensar que ésta se da en el corazón, en lo que transcurría dentro suyo. Dispongamos entonces el corazón para el encuentro, para ser más fiel discípulo, para revestirlo de Jesús, como culmina la segunda lectura de hoy.

“Cuando venga el Hijo del hombre”... “vendrá a la hora menos pensada”.. Nadie sabe, ni siquiera el Hijo (v. 36), ni el día ni la hora. Pero la certeza que nos sostiene y que acompaña este hermoso tiempo es precisamente Quién es el que se nos acerca. ¡Nunca lo olvidemos! Que el fuerte colorido apocalíptico de los textos; no nos haga perder los matices bellos y tiernos del Reino anunciado por Jesús. El que viene es Jesús de Nazaret, Palabra definitivamente amorosa del Padre. ¡Dios es Jesús! Si no lo conocemos o podemos dudar del modo en el que se nos acerca, abramos los evangelios y contemplemoslo. Viene a abrazarnos, a llevarnos consigo; por eso queremos preparar el corazón de la mejor manera, y también nuestra cotidianidad para poder encontrarlo, ya que Él viene siempre. Él nos sigue diciendo: “No teman, soy Yo”. A preparar, entonces, su venida, cambiando nuestras rutinas, disponiendo nuestra cotidianidad para poder desplegarnos discípulos fieles, y revistiendo el corazón de Jesús, para poder encontrarlo, recibirlo, anunciarlo, y serlo para los demás.

Lecturas: /contenido/601/estemos-en-vela-porque-no-sabemos-que-dia-vendra-el-senor

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