
La vida nueva en el Espíritu no significa únicamente vida interior de piedad y oración.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
"contemplen sus gestos, su paciencia, su compasión, su abrazo y cercanía, que son los míos; abracen su entrega amorosa, porque ahí esta la Gloria que juntos queremos revelarles".
General - Comunidades Eclesiales05/03/2023Comienza el Evangelio de este 2° Domingo de cuaresma así: " Jesús tomó a Pedro. a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un monte elevado". No van todos los discípulos, Jesús elige sólo a tres, así suben los cuatro, juntos, en intimidad, conversando y callando, ascienden, van a un monte. Más allá del cansancio del camino apartado, también esta el esfuerzo por la subida, la agitación; además, el esperarnos, tendernos la mano, compartir lo que tenemos. El monte está alejado, distante, aparte. La primera idea de este domingo es, apartamiento, la fatiga, el camino que hacemos con Jesús, gozando de su intimidad y compañía. ¡Qué bello vivir así este tiempo de Cuaresma! Es Él quien tuvo la iniciativa de elegirnos compañeros del camino, de subida, de cansancio, de charlas y silencios. Si a esta primera idea acercamos la primera lectura, encontramos que Dios también toma la iniciativa de invitar a Abraham "a dejar la tierra natal y la casa paterna", dejar las conquistas y comodidades, la tan mencionada zona de confort, desplazarse y alejarse de lo conocido, para abrirse a la novedad "del país que yo te mostraré", a donde Él nos quiera llevar, al Monte, en el que quiere entrar en intimidad con nosotros y lo eterno. Y todo esto, para que seamos bendición para los demás. Cinco veces aparece en la primera lectura la idea de bendición..."serás una bendición...por tí se bendecirán todos los pueblos de la tierra". Y esto es gratamente palpable. ¡Cuántas personas fueron bendición para nosotros! ¡Para cuántos lo seremos nosotros!
Que importante para este segundo domingo de cuaresma, nos pensemos ascendiendo con Jesús al monte de la Transfiguración. ¡Qué agradecimiento podemos renovar aquí, nuestro sí a Él!. Porque también nosotros dejamos nuestras comodidades de fin de semana o tiempo personal, para responderle sí a su deseo de intimidad con nosotros, para charlas y callar con Él en oración, también dejamos la casa paterna para volvernos bendición en la cercanía y entrega, en patios, geriátricos, visitas, enfermos, centros barriales, grupos juveniles, hogares, Cottolengos, colegios, comunidades eclesiales.
Esta bendición tiene rostro de cercanía. Nos desplazamos para ser bendición a través de la vida compartida cercanamente, cuerpo a cuerpo, en lo cotidiano. Es lo que experimentan estos tres discípulos: "su rostro resplandecía como el sol". Contemplaron la Gloria de Dios en el rostro cercano y cotidiano del amigo, ese con el que venían compartiendo desde hace tiempo la vida. Esa experiencia inconfundible de Dios sienten en su corazón y así escuchan la voz del Padre quien les interpreta lo sucedido: "este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Como diciendo: "Escuchen la cotidianeidad estruendosa del rostro amigo que camina con ustedes, es mi Hijo, no hay otra Gloria que les quiera revelar más que la suya". Por lo tanto, es una escucha que se vuelve contemplación y seguimiento. Escuchen a ese con el que vinieron ascendiendo, quien viene hace tiempo enseñándoles la vida que amo; contemplen sus gestos, su paciencia, su compasión, su abrazo y cercanía, que son los míos; abracen su entrega amorosa, porque ahí esta la Gloria que juntos queremos revelarles. Toda mi Gloria y mi bendición están en ese rostro cercano de mi Hijo Jesús. Escuchen lo que dice, contemplen sus gestos, amen sus opciones y sigan su huella de entrega y felicidad. ¿No resuena aquí la bendición del libro de los Números 6, 24-26 que leemos y rezamos a comienzo de año? Un rostro que se hace bendición.
Jesús, Gloria descalza de Dios -con-nosotros, cuyo camino lleva a cumplimiento de la obra de Moisés y Elías; el Hijo eterno de Dios, se hace cercano, voz amiga, palabra que anima, mano que toca suavemente nuestros miedos y lejanías. "Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo: levántense, no tengan miedo"...no vieron a nadie más que a Jesús solo". Jesús el Hijo del Padre, el que lleva a término el cumplimiento de las promesas, sigue siendo gesto irrenunciable amoroso de Dios para nosotros. La mayor revelación antes de la Resurrección termina con "El sólo", "no vieron más que a Jesús sólo"; que toca, levanta, anima. Su Gloria no es otra que la ya contemplada y abrazada en el seguimiento, y la manera de expresarla es siempre conmovedoramente ya conocida cercanía, su querer aproximarse a nuestros temores y lejanías, su intención de acariciar suavemente nuestras heridasy nuestros repliegues, su voz y su Palabra que buscan levantarnos, animarnos y sacarnos de nuestros bajones y miedos, de cuando le queremos ocultar nuestro rostro a Dios y su proyecto de vida entregada, en salida, para ser bendición.
Subamos con Jesús, entremos en intimidad con Él, contemplemos la Gloria de su rostro amigo, para ser bendición y cercanía, rica en gestos y palabras, que animan y levantan.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y transformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro propios.
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo.
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Sólo un amor comprometido como fuerza lógica y mancomunada puede contrarrestar la sin-razón de un proyecto odio-violencia.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.