
...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.
“Es la época de los santiagueños”
General - Comunidades Eclesiales07/12/2020 Prof. Rubén Oscar Valdez Pte. Fundación MAMA ANTUL
La síntesis multicultural lingüística del quichua santiagueño nos permite apreciar la profundidad religiosa de un pueblo, y la identidad única constituida como “santiagueñidad”,  que define a la beata María Antonia de San José,  como MAMA ANTULA SANTIAGOMANTA, la madre Antonia es de Santiago o es Santiago.
MAMA ANTULA, nombre propio dado por los quichua-parlantes santiagueños, “Mama se refiere y contiene el concepto de mamá, en todo su sentido, pero al ser la fonética quichua, grave (tal cual se expresa cotidianamente), en la escritura se visualiza en la ausencia de la tilde. Antula, ya es la expresión de la quichuación del nombre Antonia, un nombre propio español ahora es inculturalizado en el lenguaje quichua-parlante”. Santiagomanta, palabra de nuestro idioma quichua-santiagueño, compuesta por los vocablos «Santiago» en referencia a la provincia de Santiago del Estero y «Manta», adverbio de procedencia (de, desde) que, es este caso, una partícula inseparable. Por lo que así tenemos que «Santiagomanta» significa «de, desde Santiago».
María Antonia de Paz y Figueroa o María Antonia de San José, reconocía como la llamaban sus paisanos, “como natural de esa región de la tierra argentina, fue bilingüe, al hablar desde pequeña castellano y quechua”.
Es que su origen y su lugar es Santiago, ella es “mujer de tierra adentro, santiagueña” según expresiones de Pedro Luis Barcia.
Podemos señalar que MAMA ANTULA se reconocía santiagueña y tenía un cierto orgullo de ello, y reconocía a sus paisanos, en sus cartas siempre dirigiéndose a Gaspar Juárez, que residía en Roma, lo hace con cierta familiaridad, hermandad, “en sus correspondencias hay frecuentes alusiones a los “pesitos” que ha logrado reunir y remitir a Roma, particularmente a su comprovinciano, el padre (Gaspar) Juárez”. (El)“Jesuita Santiagueño, Gaspar Juárez, exiliado en Roma, que fue para María Antonia quien se constituyó en su interlocutor epistolar más importante y copioso”
Ella valora el espíritu y la fé que subyace en la santiagueñidad, “a su comprovinciano Gaspar Juárez le recuerda el común origen santiagueño. Por ejemplo, a propósito de la labor evangélica que llevaba a cabo en esos días, en la expedición del comandante Francisco Gavino de Arias, entre los indios del Chaco, “el paisano canónigo Suarez” (Grenón, T.I, p.31) en carta a Gaspar (Juárez) del 7 de Agosto de 1780, sintetiza: “ESTA ES LA ÉPOCA DE LOS SANTIAGUEÑOS”, quizá con cierta ingenua complacencia por el resultado exitoso de los ejercicios. Recuérdese que el vocablo país, valía entonces como la región, la provincia, la comarca natal, y, por lo tanto; “paisano”, significa “Comprovinciano”. Así lo usará Ricardo Rojas en El País de la Selva.
Si bien “manta” señala adverbio de lugar, también puede aceptarse que se identifique, con Santiago para señalar una identidad reservada para un “paisano” que conoce de su procedencia. Según la historiadora Alicia Fraschina, refiriéndose a María Antonia y sus cartas, señala: “Algunas epístolas son privadas, contienen vivencias subjetivas, deseos profundos, opiniones muy controvertidas cuyo secreto es necesario conservar, al extremo que en ocasiones reemplazan la firma con un prudente NN o un enigmático Santiagomanta”. La Dra. Alicia Fraschina cita a Grenón (1920) quien dice: Santiago manta equivale a “el hombre de Santiago del Estero”, señalando (erróneamente) que “manta” significa hombre en quechua.
Que la firma de MAMA ANTULA fuera suplida por SANTIAGOMANTA en algunas cartas; señalan, acabadamente, su identidad, su “santiagueñidad”.
La Celebración de la Beatificación en Santiago del Estero de María Antonia de San José, fue “una bendición, para la Iglesia santiagueña más aún, para el pueblo santiagueño”. Es que reconocer la beatitud de MAMA ANTULA es enarbolar la santiagueñidad, en ella, todos los santiagueños nos universalizamos (católicos). Es la época de los santiagueños, como lo señalaba MAMA ANTULA.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.