
...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.
DIOS TIENE LA ÚLTIMA PALABRA. Reflexión de Pagola.
General - Comunidades Eclesiales09/04/2023 José Antonio Pagola
La resurrección de Jesús no es solo una celebración litúrgica. Es, antes que nada, la manifestación del amor poderoso de Dios, que nos salva de la muerte y del pecado. ¿Es posible experimentar hoy su fuerza vivificadora? Lo primero es tomar conciencia de que la vida está habitada por un Misterio acogedor que Jesús llama «Padre». En el mundo hay tal «exceso» de sufrimiento que la vida nos puede parecer algo caótico y absurdo. No es así. Aunque a veces no sea fácil experimentarlo, nuestra existencia está sostenida y dirigida por Dios hacia una plenitud final. Esto lo hemos de empezar a vivir desde nuestro propio ser: yo soy amado por Dios; a mí me espera una plenitud sin fin.
Hay tantas frustraciones en nuestra vida, nos queremos a veces tan poco, nos despreciamos tanto, que ahogamos en nosotros la alegría de vivir. Dios resucitador puede despertar de nuevo nuestra confianza y nuestro gozo.
No es la muerte la que tiene la última palabra, sino Dios. Hay tanta muerte injusta, tanta enfermedad dolorosa, tanta vida sin sentido, que podríamos hundirnos en la desesperanza. La resurrección de Jesús nos recuerda que Dios existe y salva. Él nos hará conocer la vida plena que aquí no hemos conocido.
Celebrar la resurrección de Jesús es abrirnos a la energía vivificadora de Dios. El verdadero enemigo de la vida no es el sufrimiento, sino la tristeza. Nos falta pasión por la vida y compasión por los que sufren. Y nos sobra apatía y hedonismo barato que nos hacen vivir sin disfrutar lo mejor de la existencia: el amor. La resurrección puede ser fuente y estímulo de vida nueva.
Lecturas: /contenido/664/el-habia-de-resucitar-de-entre-los-muertos

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

...nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas.

"La familia es el primer espacio de contención, de escucha, de ternura. Es allí donde aprendemos a compartir, a cuidar, a resistir juntos",

Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura.

...cuando se vean rechazados por la sociedad, sapan que Dios los acoge; cuando nadie les perdone su indignidad, sientan el perdón inagotable de Dios. No lo merecen. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón.