“Como eres tibio, no frío, ni caliente, te vomitare de mi boca”

La demonización hacia el Estado y el odio hacia la Justicia Social, no es un mero eslogan atractivo, es siempre la misma idea orientada a justificar al otro como sujeto olvidado

General - Pastoral Social14/10/2023Lic. Diego RamosLic. Diego Ramos
frio o caliente

NO ES TIEMPO DE TIBIEZA, MUCHO MENOS DE TRAICIONES

Cuerpos tirados al mar, de la infamia total que no ha sido olvidada, la vida reclama… así expresa la canción de Teresa Parodi en alusión a la última dictadura militar, una canción en la que cada estrofa describe los escenarios creado por el paradigma de la conquista, cuyo espíritu se ha manifestado a lo largo de la historia  en el ejercicio del poder como sinónimos de dominación, por ende destructor y deshumanizante, negacionista de los genocidios y etnocidios de pueblos enteros,  siempre velando por los intereses de esa histórica y única casta exclusiva de saqueo económico y cultural por siglos.

El paradigma de la conquista concentra un espíritu egoísta que busca recoger y formar adeptos hacia el individualismo con el objetivo de imponerse al sentido ético de la otredad, es decir que la pregunta más humana y política en relación a quién es el otro para mi quede anulada por completo. Desde ahí uno puede negar absolutamente todo e incluso renegar que llegue la ayuda subsidiaria del Estado a ese “otro” que lo requiere.  

 ¿Puede un profesional docente, un profesional de derecho o un religioso, por dar ejemplos de diferentes ámbitos, hablar o enseñar de la oscura historia de la dictadura militar y al mismo tiempo sostener a un personaje representante del paradigma de la conquista, negacioncita y defensor del terrorismo de Estado como Milei? De poder puede, pero queda enfrentado a un planteo ético del “otro en cuanto otro”, que siempre lo interpela y al que no puedrá esquivar por más que haya decidido perder su sentido comunitario para vivir su mayor esplendor individualista.     

Hace unos días atrás, preocupados por esta envestida individualista propio del paradigma de la conquista y la extrema derecha, los curas en opción por los pobres lanzaron un documento donde expresaron: “nunca hemos vivido el ambiente preelectoral en clima de violencia, odio y mentiras tan preocupante”,  “negar el cambio climático solo pone en riesgo, quizás irreversible, nuestro presente y nuestro planeta, negar la discriminación laboral y salarial de las mujeres, en nombre de un falso empirismo, pone los cimientos de un crecimiento aún mayor del patriarcado y de la injusticia”, el listado de negacionismo continua. Focalizados seguramente en un llamado a recuperar el sentido común de la responsabilidad ética y no perder la mirada social en la tibieza del individualismo, los sacerdotes  fueron contundente en su comunicado; tal vez en alusión al libro del Apocalipsis que expresa “cómo eres tibio, no frío, ni caliente, te vomitare de mi boca”. No es tiempo de tibieza y traiciones.

No es tiempo de la tibieza que se ilusiona desde el error, no hay tiempo para traicionar  los propios intereses motivados por el odio o el enojo. No es lo mismo un Estado presente (con aciertos y desaciertos) a un Estado ausente, sordo e indiferente, algo no experimentado en este país. Todavía estamos a tiempo.  

¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos resulta tan difícil encontrar el sentido común? ¿Acaso hemos sido doblegados por la irracionalidad, por el discurso del odio y el individualismo? Nos urge hoy, como un imperativo moral, pasar del paradigma de la conquista al paradigma del cuidado, en su sentido ético-político. No podemos dar lugar a las representaciones que nos quieren imponer para llevarnos a ser una nación, un pueblo individualista.

¡No es tiempo para tibiezas ni traiciones! La traición no queda reducida al modelo de Estado presente, es algo más profundo, es traición por soltar el sentido ético de la otredad, que tras el error y la ilusión de creer que se hace patriotismo, no es más que el abandono de la lucha y la búsqueda siempre de mayor justicia y equidad, dejándola librada a la buena suerte del espíritu individualista que ha seducido con fuerza.    

La demonización hacia el Estado y el odio hacia la Justicia Social, no es un mero eslogan atractivo, es siempre la misma idea orientada a justificar al otro como sujeto olvidado… “nos hemos olvidado de pensar al otro en tanto otro”, como una relación ética, no como una mera representación del conocimiento, o una simple idea mental sin compromiso y sin responsabilidad, orientaría el pensamiento Emmanuel Lévinas.

No es tiempo de tibieza ni de traiciones. La relación es con el otro, en tanto otro, y aquí nos ubicamos frente al problema ético político que quieren desterrar. Tiene que ver con que el rostro del otro me interpela éticamente y me está diciendo “no me violentes” “no pretendas reducirme a una mera representación tuya” que desde una motosierra delirante y odiosa pretenden una nación podada de derechos.

Lévinas construye este planteo ético a partir de la Sagrada Escritura (Antigua Alianza) a partir del relato del primer fratricidio que cuenta la Biblia acerca de Caín que mató a su hermano Abel -¿qué estuviste haciendo? Le pregunta Dios, a lo que Caín respondió – acaso yo soy guardián de mi hermano… Aquí reside la idea central de Lévinas: somos desde siempre guardianes de nuestros hermanos, nada justifica que anulemos la otredad del otro en tanto otro, esa es la base de la justicia y que solo se puede seguir ampliando desde la política y no desde la anti política como tantas veces lo señaló el referente del Norte  Grande, Dr. Gerardo Zamora.

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