BELÉN, UNA OBRA DE MUJERES QUE PERDURA

200 AÑOS DE LA CASA DE BELÉN

General25/11/2021Magis ComunicaciónMagis Comunicación
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La obra de la Casa de Belén, iniciada, un 25 de diciembre de 1821, por iniciativa de Ana María Taboada, podría señalarse como una de las primeras acciones de política pública-eclesial que contiene una “mirada femenina” para resolver los males de las mujeres, señoras o niñas, en la Madre de Ciudades, Santiago del Estero, Argentina.

La creatividad y la audacia de esta mujer, Ana María Taboada, hay que circunscribirla en iniciativa ejemplares que otras mujeres, y en un mismo lugar, promovieron idénticos proyectos altruistas, un apostolado laical femenino, en pro de las mujeres y niñas. Podemos citar a  Josefa de la Cerda y Aragón, hija de Don Juan de la Cerda y Aragón y de Dña. Juana Bravo de Zamora, quien fue la que constituyó un beaterio en la chacra donada por sus padres, allá por el año 1675. Un mismo espacio emancipador, una casa con historia viva, una comunidad de mujeres apostólicas.

La chacra de las beatas, albergaron a la última beata, de aquella primera comunidad, María Ibáñez del Castillo y Díaz de Caballero, pero cabe mencionar también, a María Navarro, y a la sobresaliente María Antonia de Paz y Figueroa, hoy beatificada, y reconocida como María Antonia de San José o Mama Antula. Estas mujeres que resignificaron un espacio, viviendo en comunidad, para promover a las mujeres, desde la acción apostólica. En este lugar, hay 146 años de historia de labor femenina, previo a la fundación de la Casa de Belén. La proyección social del apostolado se hizo universal, por el reconocimiento que tuvo, ya en vida Mama Antula, en el Virreinato del Río de la Plata y de Europa.

La familiaridad de Mama Antula y Ana María Taboada, tía y sobrina, respectivamente, entrelazan el siglo XVIII y el siglo XIX, como asumiendo una misión delegada, dentro de los contextos pocos favorables para que la mujer asuma roles sobresalientes como sujeto político y eclesial. Estas mujeres, cada una signó un siglo, primero Mama Antula (1730-1799), luego, Ana María Taboada (1778-1852), emancipando a señoras y niñas, desde la educación, los ejercicios espirituales, abrazándose al Dios Liberador.

El beaterio, como comunidad de mujeres, resulta un espacio de emancipación de los dispositivos socio-culturales, que definían a la mujer casada o religiosa, éstas mujeres eran beatas, laicas, que asumían un apostolado como tarea colectiva. Mujeres que asumían el cuidado de sus pares, constituyendo un sujeto eclesial, reconocido a nivel social y político en épocas pasadas; pero, que en la actualidad, resulta urgente escuchar al Papa Francisco, para ver a todo laico, varón o mujer, como sujeto eclesial.

La presencia de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, fundada por Catalina de María (1823-1896), enalteció la obra de Belén, un 14 de abril de 1886, asumieron la misión, dándole continuidad hasta la fecha, signando la educación femenina por 135 años, propiciando que la mujer santiagueña sea protagonista en la vida social y política. Cabe destacar que una mujer exalumna del Colegio Belén, Claudia Ledesma Abdala, asumió la primera magistratura provincial, en Santiago del Estero, coronando los propósitos educativos.

La mirada de un colectivo de mujeres, que realizan una obra que perdura, como los es la Casa de Belén, “Casa de Dios, Puerta del Cielo”, nacida en el año 1821, y que el próximo 25 de diciembre celebraremos los 200 años, nos invita a proyectar los desafíos del milenio, con mujeres protagonistas de los cambios necesarios y urgentes, como lo es el sistema patriarcal, en la vida eclesial, socio-política, y cultural.

 

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