
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
Francisco promueve la hermandad universal, por ello, nuestras diócesis, como iglesias fraternas, resultan "urgidas" a testimoniar con palabras, gestos y acciones.
Mundo - Vaticano03/11/2020Fratelli tutti, es la tercera encíclica del Papa Francisco, después de Lumen Fidei (La luz de la Fe) (2013) y Laudato Sí, sobre el cuidado de la casa común (2015).
«Fratelli tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. Tutti fratelli e sorelle; todos somos hermanos y hermanas, y también Francisco, el hermano obispo de Roma. La afirmación primera resulta una propuesta de vida, al modo de Jesús.
La fraternidad es la enseñanza, no hay enseñanza por encima de lo fraternal, ahora bien, el contenido de la enseñanza es la hermandad vivenciada, la experiencia fraternal con Jesús, la vida con Dios.
En una nota que recomiendo, de Xabier Picaza, en Religión Digital, éste reclama que la encíclica "es un documento que se centro menos en la fraternidad dentro de la Iglesia, como si de Roma tuviera doctrinas para otros, para casi todo el mundo, pero menos para su Iglesia".
Y resulta inquietante pensar a las diócesis de todo el mundo, renovando su ánimo fraternal, tras la lectura de Fratelli Tutti, porque sino, las iglesias "locales" se vaciarían de contenido, no haciendo propias las propuestas del Obispo de Roma; éste será escuchado por muchos, y los propios serán ajenos.
La encíclica contiene una buena doctrina social, política y económica. Es una invitación al cambio, y considero será un documento a citar dentro del magisterio social de la iglesia, en este tercer milenio. Tiene un buen fundamento evangélico, el Buen Samaritano, y si asumieramos conjuntamente, a la propuesta de Jesús en Mt 23, resultaría para las Iglesias locales un llamado urgente.
Cito nuevamente a Xabier Picaza, "Francisco, obispo de Roma, dice cosas importantísimas para el mundo entero (en clave política, social, económica, antropológica, cultural...). Pero su camino y mensaje sólo será creíble si deja de ser doctrina para otros, como dicha desde fuera, por arriba, y se centra en su iglesia, diciendo unas palabras que podrían ser como estas: Mirad, aquí está nuestra iglesia de Jesús, un iglesia sin rabinos, padres o dirigentes superiores, pues todos somos hermanos... Éste es mi argumento: Podemos ser hermanos, porque lo somos de hecho en esta iglesia sin rabinos, padres ni dirigentes".
Sólo una iglesia de hermanos será promotora de la "encíclica" universal de la fraternidad. Fundando dicha fraternidad, en la experiencia vital con Jesús, siendo hermanos de todos los hermanos en la Iglesia, para el mundo.
La Encíclica será una propuesta eficaz y verdadera, si se comenzara por vivir la fraternidad dentro de la Iglesia, considerando las palabras de Jesús en mateo 23, 8ss " En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías". Un primer adios al clericalismo,
Francisco, nuestro hermano, al servicio como obispo de Roma, nos invita a vivenciar el evangelio, a reconocernos hermanos en Cristo, viviendo la fraternidad con nuestro prójimo, en nuestras comunidades eclesiales.
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
Actualizaste y tradujiste el Evangelio de nuestro Señor al lenguaje de los nuevos tiempos.
Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana".
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
“albergar esperanza” connota el gesto conjunto y solidario de “apertrecharse” en los desafíos del actual Santiago. Unirse bajo amenaza y con claridad de objetivo.
La Iglesia Primada de la Argentina celebra por el cardenal Mons. Vicente Bokalic Iglic,
"...vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia".
El cristiano está llamado también a vivir sanando esta cultura. No es lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un servicio público, ni es igual dar gritos a favor del terrorismo que defender los derechos de cada persona.
Sólo un amor comprometido como fuerza lógica y mancomunada puede contrarrestar la sin-razón de un proyecto odio-violencia.
Bendecir es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el miedo, la hostilidad o la indiferencia.
La verdad de Dios genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo.