
Somos realmente hijos de Dios, somos familia de Dios!!
Que como María y José vayamos a buscar a Jesús donde él permanece, en las cosas del Padre.
Que como María y José vayamos a buscar a Jesús donde él permanece, en las cosas del Padre.
Dios está a nuestro lado siempre e irrenunciablemente, su presencia cercana, amiga, peregrina, en nosotros provoca alegría y genera conversión.
Allano el camino de mi corazón para que Él venga porque anteriormente Él hizo todo para que no me pierda o lastime, para cuidarme. Por eso, si Dios habita en mí, comienzo a anunciarlo con mi palabra y con mis cuidados para con los más débiles.
Es propio de Dios abrazar nuestro límite, socorrer nuestra debilidad, aparecer en cada catástrofe nuestra.
La experiencia del Espíritu Santo, además de ser un don personal que, en la medida en que soy dócil a su inspiración, hace que yo sea más pleno, más yo mismo, más aquello para lo cual fui creado, es una experiencia de por sí comunitaria. Jesús se hace presente a través del Espíritu Santo en medio de una comunidad reunida.
Jesús amó acariciando dolores, defendiendo a los últimos, sanando heridas, perdonando culpas y pecados, anunciando a su Papá bueno, visitando amigos, comiendo y riendo con ellos; trabajando con sus manos, dignificando a los más postergados, acortando distancias, derribando muros. Este amor por nosotros es incondicional: Él no nos pone ‘peros’, requisitos ni condiciones.
Celebramos que su Vida bajó a nosotros, a habitarnos para siempre. Se nos dio él mismo y nos invita a ser felices dando fruto, amando, sirviendo, acompañando, dignificando, sanando, hermanando, siendo Él.
Asumiendo que nuestra fragilidad entregada es el único camino de triunfo y Pascua.
Jesús transgrede la prohibición de tocar al leproso, movido por la compasión que lo habitaba.
IV Domingo. Reflexión Dominical
Palabra amorosa, que se encarna en nuestro mundo, camina a pies descalzos nuestro barro.
Para adorar el misterio de un «Dios crucificado» no basta celebrar la Semana Santa; es necesario además acercarnos más a los crucificados, semana tras semana.
Dejemos que Jesús camine esta semana santa junto a nosotros, hagamos que nuestra Jerusalén se transforme en espacio de Salvació.
La economía de Dios no mata, no descarta, no aplasta; es humilde, fiel a la tierra” … este fue el mensaje del Papa Francisco el Viernes Santo, entonces si la economía de Dios no mata, no descarta, ¿qué hace la economía neoliberal?, ¿qué espíritu lo mueve? ...cabe el planteo ético social cristiano de ¿se puede ser cristiano y neoliberal?
Hay lugar cierto para el amor político. Hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común.
Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado.